Si hay algo que dejó claro esta pandemia es que a pesar de lo que se pensaba al principio, el teletrabajo ha llegado para quedarse. Y frente a esto, las empresas tienen dos opciones, adaptarse al futuro o arraigarse al pasado de “ir a la oficina”. Por supuesto, el teletrabajo no es para todos. Hay algunos empleos que sencillamente no pueden ser a distancia porque el trabajo se realiza en el lugar. Pero todas aquellas empresas cuyos empleados tienen que trabajar con una computadora pueden enviarlos a sus casas y de esta manera ganar por todos los frentes. Por un lado, reducción de infraestructura: de repente, no es necesaria una oficina emperifollada y gigante. Con una pequeña sala de reuniones, que hasta puede ser alquilada para la ocasión, cada empleado puede trabajar desde su casa y la productividad no se ve afectada. Solo ahí, ya tenemos costos de alquiler, internet, luz, agua y demás impuestos que nos podemos ahorrar. Y los empleados no llegarán tarde nunca más, ya que no tienen transbordos ni retrasos inesperados por un piquete, un corte o la excusa que sea.
Muchas grandes empresas ya se han tornado a una modalidad híbrida. Siemens, Apple, Twitter y Google, entre otras, ya están diseñando lineamientos y políticas para el trabajo remoto. Parte del modelo incluye adaptar una estrategia orientada a los resultados más que a pasar tiempo muerto en la oficina. No es tan importante que los empleados estén de 9 a 18 en la oficina, sino que las tareas se completen de manera satisfactoria en el tiempo establecido. Todos estos meses de teletrabajo han arrojado resultados interesantes: muchos estudios indican que la gente trabajando en sus hogares es igual o más productiva que en la oficina. De ahí se desprende toda esta mecánica de trabajo híbrido, donde ir a las oficinas es la excepción más que la regla. Esta modalidad no solo es atractiva desde el punto de vista financiero, sino también sanitario: al no tener que exponer a los trabajadores al transporte público ni tener que congregarse en las oficinas, se reducen las posibilidades de contagios de COVID y otras enfermedades, reduciendo así también costos de tests, diagnósticos y bajas médicas, sin mencionar que el sistema de transporte y sanitario se beneficiará de esta prevención.
Listadas todas las ventajas, el modelo parece demasiado bueno para dejarlo pasar. Es por eso que muchas empresas lo han adoptado y muchas más se están convirtiendo al modelo de empresa distribuida y descentralizada.