Andy Warhol nunca lo hubiese imaginado. Dalí ni siquiera lo hubiera pensado. Y Van Gogh directamente no lo entendería. Sin embargo, una “obra de arte digital” acaba de venderse por la friolera de 69 millones de dólares en la casa de Subastas Christe´s. Beeple es el artista digital autor de la obra, que acaba de convertirse en la tercer obra más cara vendida en esa casa de un artista con vida. “Everydays – The First 5000 Days”, tal es el nombre de la obra, consiste de una recopilación de 5000 imágenes creadas a lo largo de 13 años. Y no sólo es su creatividad lo que le adjudica dicho precio; también el hecho de que sea un NFT.
NFT (del inglés de Non Fungible Token, o Token No Fungible) son activos criptográficos basados en blockchain, el mismo sistema en el que se basan las criptomonedas para operar. Cada token tiene códigos de identificación y metadatos que no se repiten en ningún otro lado, lo que los hace imposibles de copiar. Cada uno es único, lo cual le confiere a cada Token el atributo de ser “coleccionable”, trátese de una imagen, un video, un audio o un meme. Cualquier cosa puede serlo. Incluso un píxel! Hace poco, la casa de subastas Sotheby´s vendió un NFT del artista digital Pak que es literalmente un píxel negro sobre fondo blanco. ¿Cuánto sale ser acreedor de ese píxel, único en el mundo? Pues 1.36 millones de dólares, según esa subasta.
Por supuesto, todo esto suena muy raro, pero detrás de cada NFT se encuentra blockchain, la misma tecnología que le da valor al Bitcoin, al Ethereum y a todas las demás criptomonedas. La confianza de la sociedad moderna en dichas formas de comerciar hace que cada vez más y más gente se vuelque al mercado de las criptomonedas, ya que en definitiva eso es lo que les confiere valor: que haya gente dispuesta a intercambiar bienes y servicios por ellas.
Sin embargo, las NFT tienen una diferencia: no pueden comercializarse de la misma manera que las criptomonedas. Veamos por qué.
De la misma manera que un Certificado de Autenticidad, los NFT son metadatos que se incorporan al archivo coleccionable en cuestión. Podemos ver, por ejemplo, la firma del artista, la fecha de creación, la fecha de adquisición nuestra y de todos los dueños anteriores del archivo. Puede tener todas las especificaciones que querramos y todas ellas realizadas bajo la tecnología Smart Contract de Ethereum. Incluso podemos combinar dos NFT diferentes para crear un tercer NFT nuevo y único. Usualmente Smart Contract permite que los Tokens sean divisibles e intercambiables, pero aquí no, justamente, para que los archivos sean únicos. Cada NFT es única, con lo cual su valor (lógicamente, e imitando los bienes tangibles) será más elevado si lo comparamos con aquello de lo que hay bastante en oferta.
Todo comenzó en 2017 cuando Dieter Shirley creó la norma ERC-721 para vender gatitos. Sí, así como suena. Los criptokitties son gatos digitales únicos, cada uno con su NFT personal, único e incopiable. Su precio oscilaba entre 12 y 95.000 dólares. Igual que los gatos reales, si comprabamos dos gatitos ambos podrían tener crías, con nuevos atributos y especificaciones y con nuevos NFT que los convierten en mercancía única. Parece loco, pero si les digo que unas semanas después de lanzarse los criptokitties habían recaudado 20 millones de dólares, no parece TAN loco… O sí, pero de repente suena interesante.
La NBA fue de las primeras en sacar provecho de los NFT vendiendo clips de los mejores momentos de cada partido. Los usuarios podían ingresar su tarjeta de crédito, el sistema convierte sus dólares en Ethereum y listo. El comprador es el dueño de ese clip certificado por NFT. Niftygateway y Valuable también se sumaron a la movieda vendiendo tuits, por extraño que parezca.
¿Pero porqué las personas gastarían dinero en algo digital? La respuesta es más sencilla de lo que pensamos. Piense en su hobbie. Piense en su berretín. Piense en lo que usted colecciona. ¿Porqué se enorgullece tanto de tener ese Álbum Blanco de colección? ¿O ese vinilo edición limitada? ¿O ese Torino modelo 79? Sencillo. Somos acaparadores por naturaleza. Y ahora esa faceta humana se está trasladando a lo digital.
Esto también significa un cambio para como los autores y creadores de contenido llegan a sus fans. De repente ya no hace falta depender únicamente de plataformas tercerizadas como YouTube o Spotify, sino que podrían vender sus obras originales (de la misma manera que uno podría comprar un CD en una disquería) a través de sus propias páginas web, y cada comprador se haría de su copia única de la obra.
Los NFT también tienen una relación con el mundo tangible. Si se asigna un NFT a un cuadro, por ejemplo, al momento de comprarlo se puede saber si este es o no original. Cualquier ítem de lujo puede tener su propio NFT, confiriéndole más confianza al comprador. Incluso se puede asignar un NFT a una persona, que haga las veces de “pasaporte digital”, donde se vea de donde es, a donde va y donde estuvo. Toda esa información en un único NFT.
Definitivamente los NFT suponen una revolución en términos de derechos de autor y distribución de obras de arte. Pero también pueden empezar a verse en el mundo “físico” en el que vivimos y nos desenvolvemos. De todas maneras, y como todo lo relacionado con blockchain, estará dando que hablar en los próximos meses.