Esta tinta sí que está viva

Hidrogel – tinta hecha con microbios

El campo de la biotecnología no deja de sorprendernos día a día. A los increíbles avances en aplicaciones para la salud como los nanobots, ahora nos encontramos con las tintas vivientes, patrones de revestimientos hechos de cultivos microbianos diseñados para autorrepararse y cubrir superficies dañadas. Pero, ¿cómo funcionan?

La premisa se basa en las semillas. Cada semilla contiene toda la información genética para convertirse en un árbol completo, con tronco, raíces, ramas y hojas. Para ello, está codificada con la secuencia de ADN correcta para que cada célula se especialice, diferenciándose del resto pero a su vez siguiendo un patrón preestablecido. La idea de un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard fue justamente esa, realizar una especie de tejido viviente que recubra superficies y se mantenga a sí mismo, diferenciándose de la manera para la cual fue programado.

Sin embargo, las plantas son organismos muy complejos para realizar este tipo de programación. Es por eso que los investigadores se volcaron a los microbios, más específicamente a las bacterias. Las bacterias crecen como una “mancha” sobre superficies, ya que es la estructura en la que se desarrollan mejor. Por eso son grandes candidatos para abarcar superficies bidimensionales.

Basados en esta nueva hipótesis, el equipo logró desarrollar un hidrogel a partir de una cepa de E. Coli, una bacteria muy común y que se ha estudiado extensamente. ¡Este material tenía la capacidad de crecer y repararse solo! El hidrogel no es más que una especie de gelatina, un material con mucha capacidad de absorber y almacenar agua. Pero dicho material no tiene la rigidez necesaria, por lo que el equipo finalmente decidió realizar cambios en su proyecto para incluir fibrinas, una proteína utilizada en la coagulación de la sangre humana. Esta fórmula revisada tiene muchísimo potencial.

Deberemos esperar a que publiquen más resultados, pero la hipótesis es fascinante. Imagínense un mundo donde las paredes se autorreparan…

¡Que mala época para ser albañil!