
Si hay algo que dejó claro esta pandemia es que a pesar de lo que se pensaba al principio, el teletrabajo ha llegado para quedarse. Y frente a esto, las empresas tienen dos opciones, adaptarse al futuro o arraigarse al pasado de “ir a la oficina”. Por supuesto, el teletrabajo no es para todos. Hay algunos empleos que sencillamente no pueden ser a distancia porque el trabajo se realiza en el lugar. Pero todas aquellas empresas cuyos empleados tienen que trabajar con una computadora pueden enviarlos a sus casas y de esta manera ganar por todos los frentes. Por un lado, reducción de infraestructura: de repente, no es necesaria una oficina emperifollada y gigante. Con una pequeña sala de reuniones, que hasta puede ser alquilada para la ocasión, cada empleado puede trabajar desde su casa y la productividad no se ve afectada. Solo ahí, ya tenemos costos de alquiler, internet, luz, agua y demás impuestos que nos podemos ahorrar. Y los empleados no llegarán tarde nunca más, ya que no tienen transbordos ni retrasos inesperados por un piquete, un corte o la excusa que sea.
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