¿Para qué sirve la Red de cables submarinos de Internet y cómo se encuentran distribuidos por todo el mundo?

En la década del 90, y con el Internet explotando a nivel mundial, surgió la necesidad de conectar puntos muy distantes entre sí. Sin embargo, esto suponía un desafío tecnológico sin precedentes. ¿Cómo conectar todo el mundo con cables? Estamos acostumbrados a ver cables suspendidos en el aire entre postes, o incluso verlos atravesar calles enteras enterrados. Pero nada de eso es posible para atravesar océanos y conectar continentes enteros. ¿La solución? Cables submarinos. Aquí le contaremos todo lo que necesita saber sobre ellos, cómo se tienden, como se reparan, por donde van y de qué están hechos.

Los cables submarinos conectan todos los continentes mediante fibra óptica, el mejor conductor de impulsos eléctricos para datos existente al día de hoy que se fabrica en forma masiva. Cada fibra óptica es un finísimo tubo por el cual va un pulso de luz. Dicha luz, transmitida a través de cientos de estas fibras, se compone al final del cable para generar la señal que nuestros módems interpretan y transforman en páginas web, fotos de Facebook o videos de YouTube. En particular, los cables submarinos tienen una cubierta especial que los aísla completamente del agua y previene su deterioro. En 1996 se colocó el primer cable que conectaba Europa con Estados Unidos, y desde entonces muchas empresas privadas del sector de telecomunicaciones se han sumado al tendido de estos cables. Al día de hoy hay más de un millón de kilómetros de esta red y manejan el 90% del tráfico de Internet diario.

Si bien podríamos pensar que hay soluciones alternativas, como el Internet satelital, hay que tener en cuenta que dicha tecnología en la década del 90 estaba aún en pañales, y el mundo necesitaba una solución más rápida y aplicable. Esto sin siquiera considerar que la conexión satelital es mucho más cara de mantener, y depende de las condiciones climáticas. Y ni siquiera mencionemos, la diferencia en velocidad, donde estos cables pueden transmitir hasta 60 terabytes de información por segundo. Las mejores conexiones satelitales hoy en pleno 2021 apenas pueden manejar 100 megabytes por segundo. El 5G, el sistema de telecomunicaciones móviles que está siendo instalado actualmente promete velocidades muy superiores a las actuales, pero aún así, el cable submarino sigue siendo el gran ganador tanto en velocidad como en confiabilidad.

Si bien la primera conexión data de 1996, ya hacia el año 1845 se comenzaban a realizar estudios para el tendido de cables submarinos, principalmente para el mercado de las comunicaciones de larga distancia. Sin embargo, no fue hasta 1846 que el científico alemán Werner Von Siemenes consiguió dar con un aislante perfecto para esta tarea, la gutapercha. Dicho descubrimiento permitió tender el primer cable que unía a Francia con Inglaterra, haciendo posibles las comunicaciones telegráficas de larga distancia. Luego del éxito de dicha empresa, se siguió cableando por toda Europa, hasta culminar en 1866 con el primer cable a través del Océano Atlántico uniendo Irlanda con Terranova. Los cables de Internet se comenzaron a tender en 1996, uniendo primero Inglaterra con Estados Unidos, y luego así en todo el mundo.

En cada extremo, cada cable se conecta a una central que luego distribuye esa conexión a los distintos puntos de todo el país. Por supuesto, a mayor cantidad de cables, mayor ancho de banda, y consecuentemente mayor velocidad para los usuarios. En Argentina, desgraciadamente, estamos bastante atrasados en ese sentido.

Para tender estas líneas submarinas, las gigantescas bobinas de cable son transportadas sobre barcos que se desplazan lentamente, depositando el cable en el lecho marino con suavidad. Las distancias más cortas, como por ejemplo de España a Francia, pueden tomar 6 meses, mientras que de Estados Unidos a Japón puede tardar más de 2 años. Todo esto sin tener en cuenta que el relieve submarino puede jugarles una mala pasada, retrasando aún más el trabajo. Incluso si un cable se rompe, si bien es un alto costo para la empresa que los mantiene, no supone un gran problema, ya que cada central distribuidora recibe varios cables distintos. La chance de que todos fallen a la vez es bastante improbable.

Sin embargo, no todo es color de rosas. Estos cables gigantescos tienen un impacto ambiental bastante negativo. Muchas veces los cables al depositarse sobre el lecho marino lo hacen sobre arrecifes, destruyendo así ecosistemas marinos completos. Incluso Greenpeace ha protestado y solicitado que se retiren aquellos cables que ya no están en funcionamiento. Por el momento, los cables submarinos son una necesidad y conectan a millones de usuarios todos los días. Así que ya saben, si en algún momento van a veranear a Las Toninas y ven un cable grueso salir del mar, no lo toquen, que nos pueden dejar a varios sin nuestro precioso Netflix.